domingo, 10 de abril de 2011

Reforma a la educación

Como se anuncia en los medios de comunicación, la propuesta a la reforma de la ley 30 de 1992 inquietó a distintos sectores de la sociedad. La protesta es una herramienta democrática legítima y valiosa. Hay que aplaudir el civismo de los manifestantes, quienes marcharon pacíficamente haciendo sentir su opinión. En definitiva, es un ejemplo para un país donde nos dejamos “meter muchos goles” por parte de la clase dirigente.


Sin embargo, me gustaría disentir de algunas de las motivaciones de la marcha. Y para ello expongo una evidencia que a mi juicio es tajante e ilustrativa (ver).


Participación de la producción académica colombiana en el mundo y en América Latina (1996-2008)

Fuente: Lis, 2010


Basta leer un texto introductorio de macro economía para percatarse de la estrecha relación que existe ente la innovación y la prosperidad económica de un país (ver). Las ideas son el activo más grande con las que cuenta una sociedad. Los países más ricos del mundo son aquellos que aglutinan ideas y no los que amontonan recursos perecederos. Por ello, el hecho que Colombia tenga una participación cercana a 0 (línea roja) en el total de la producción académica mundial, y menor al 5% en la de la región (línea azul), debe ser más alarmante que el debate inocuo entre la educación pública y la educación privada.


Debe llamar también la atención la alta cifra de la deserción universitaria a nivel nacional, la cual colinda con resultados espeluznantes del 45% (ver). Uno de los determinantes del abandono es el costo de oportunidad que implica estudiar en institución de mala calidad (ver) la cual, con un alto de grado de certeza, transmite competencias poco útiles para el mercado laboral. El mensaje es claro: no es solo un tema de cobertura; en nuestro sistema los jóvenes no quieren estudiar.


¿Cuál es entonces el punto de defender tal status quo? ¿Resulta relevante pensar en términos de la satanizada amenaza de la privatización? En mi opinión la receta es clara: mayor inversión privada e intervención fuerte del Estado en temas de contenido, abuso de precios de matrícula y evaluación del cuerpo docente (lo cual, de hecho, es una virtud importante del proyecto de ley) entre otros. Es un debate importante y que se tiene que dar. Pero debe hablarse en los términos que son dejando a un lado mitos y argumentos políticos de vanguardia. La educación sin calidad es socialmente costosa.

2 comentarios:

  1. No estoy tan de acuerdo... la privatización no es necesariamente mala, pero en el contexto de las universidades, creo que es mejor no mezclar las cosas. la autonomía que tiene una universidad que no está al servicio del mercado es algo que todas las sociedades del mundo deben buscar. no creo que no se pueda contar con recursos privados para temas concretos, investigaciones concretas, pero el sector privado siempre va a perseguir el lucro, y las universidades públicas no están hechas para enriquecer a nadie. el debate hay que darlo, en eso estoy de acuerdo contigo.

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  2. Juan, creo que tu reflexión es muy valiosa. Sin embargo hay varios puntos con los cuales no estoy de acuerdo. El primero de ellos tiene que ver con tu interpretación acerca de la intención de los estudiantes de mantener el status quo. Creo que tu interpretación está lejos de las verdaderas intenciones de los estudiantes y profesores de las universidades públicas. La reforma es vista como una gran oportunidad de cambiar una ley que entre otras cosas congeló el presupuesto de la educación pública a partir de 1992 (habría que ver la posición de Moisés Wasserman, rector de la UNAL, en sus comunicados). Lo que se discute es lo que debería venir después y la propuesta del gobierno no parece traer mejoras. No se trata pues de un grupo de “reaccionarios” añorando el sistema antiguo. Es claro que es sistema está mal y que hay que cambiarlo, pero para eso se necesita también dar el debate (como dices tú) y eso es lo que se está haciendo.

    El segundo punto con el que no estoy de acuerdo es con tu posición acerca de la deserción estudiantil. Creo que el “mensaje claro” va por un lado bastante diferente al que tu planteas. No es que la gente deje de estudiar en Colombia porque se da cuenta de que el sistema es “malo” (aunque esto se podría dar en cierta proporción en las maestrías y los doctorados), sino que el “mensaje claro” debería ser más bien que existen problemas estructurales sociales y económicos que impiden que los estudiantes termines o si quiera empiecen sus estudios en este país. Hay estudios de la UNAL sobre deserción estudiantil que analizan las causas del abandono de los estudios que valdría la pena mirar.

    Por último, estoy de acuerdo con Juanita, en cuanto que la universidad debe ser autónoma en relación a las fuerzas del mercado. Las sociedades deben permitirse tener personas en las universidades expertas en filosofía, lenguas, arte, música, etc., materias que a la luz del mercado parecerían completamente “improductivas”, pero que son necesarias dentro de la esencia de la universidad, donde se debería producir el conocimiento y se debería reflexionar sobre los problemas de la sociedad.
    Un abrazo Juan!

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