Según Ferreira (2001) “… para poder comprender la naturaleza de los resultados económicos que observamos, necesitamos primero entender la forma en la cual se distribuye el poder político [en la sociedad]”. Desde esta perspectiva, es importante valorar no solo la consistencia de los mecanismos económicos de distribución, por ejemplo el libre mercado o la planificación central, sino las motivaciones intrínsecas de quienes lideran las dinámicas sociales. Es poco útil plantear, por ejemplo, que la educación genera capital humano, productividad y crecimiento económico; la pregunta relevante es bajo qué circunstancias la educación induce el crecimiento de la economía.
Un ejemplo clásico para dar soporte a esta idea es la aseveración de Amartya Sen, según quien “… nunca ha habido hambrunas en las democracias pluripartidistas que funcionan” (Sen, 1999). La intuición teórica detrás de dicho argumento descansa, precisamente, en la existencia de contrapesos a las clases dominantes; la circulación de medios de comunicación expectantes y la posibilidad de competencia electoral hacen que los gobernantes se vean obligados a atender las necesidades básicas de sus votantes, en tanto no hacerlo podría implicar que su partido pierda influencia directa sobre gobiernos locales y/o nacionales. Ello podría explicar, por ejemplo, porque en Colombia los municipios con mayores indicadores de institucionalidad democrática tienden a ser aquellos que luchan más efectivamente contra la mortalidad infantil (ver gráfico).
Fuente: DNP y Transparencia por Colombia. El índice de Transparencia se encuentra en un rango de 0 a 100, creciente en el grado de fortaleza democrática (o bajo riesgo de corrupción). Los cálculos fueron hechos por el autor.
En términos de políticas públicas, la implicación de una visión institucional se traduce, por ejemplo en emprender esfuerzos por generar competencia electoral a fin de aumentar los costos de oportunidad de la negligencia política. Son múltiples los estudios que denuncian el limitado impacto de los programas sociales más importantes del gobierno (ver), situación, que a mi juicio, es resultado de los bajos incentivos a su optima implementación. Prueba de ello es un estudio reciente (Rubiano, 2011) que concluye que las ejecuciones presupuestales y la recolección de impuestos en gran parte de los municipios del país obedecen a ciclos de negocios políticos; en épocas pre-electorales hay mayor inversión y menor recaudo tributario, mientras que una vez finalizadas las jornadas de elección, se invierte el uso de ambas herramientas para no extralimitar los niveles legales de gasto público.
El estudio de la economía política es entonces una condición Sine qua non para poder hacer predicciones económicas acertadas y anticipar más claramente los resultados de la implementación de políticas sociales. Ésta incluso nos permite entender que el mercado político es un mecanismo aun más eficiente que el mercado de factores para distribuir los recursos escasos de una sociedad. Y he ahí el gran poder de la democracia. No existen dictadores benevolentes sino interacciones sociales entre políticos motivados por acumular votos. Es por ende necesario alentar la competencia electoral. Pero no me refiero al falso pluripartidismo vigente, que según Acemoglu & Robinson (2006) solo refleja la persistencia del elitismo político nacional. Hablo de verdaderas reformas que motiven a los gobernantes a atender las necesidades de sus electores para poder acceder al poder. De no hacerlo, seguiremos botando la plata.
Referencias
Ferreira, H. (2001). Education for the Masses? The Interaction between Wealth, Educational and Political Inequalities. Economics of Transition , 9 (2), 533-552.
Acemoglu, & Robinson. (2006). Persistence of Power, Elites and Institutions. NBER Working Paper No. 12108.
Sen, A. (1999). Development as freedom. New York: Alfred A Knopf INC.
Rubiano, N. (2011). Political business ciclye and size of towns: Colombia 1989-2008. Revista de Economía Institucional, 13 (25), 105-136.
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