Dentro del mundo de las Ciencias Sociales los académicos suelen valerse de apelativos, en casos peyorativos, bien sea para posicionar su campo o para desprestigiar el trabajo de sus colegas de otras disciplinas. En mi experiencia personal, en la cual he tenido la oportunidad de hacer parte de facultades ortodoxas y más sui-generis, es común el ataque entre los llamados “mainstream” y la “heteredoxia”. Y es apenas razonable; cada cual está compitiendo por recursos de investigación escasos.
Sin embargo, cuando estas disciplinas se unen para estudiar el tema del Desarrollo, dichos debates se vuelven irrelevantes e incluso contradictorios. De acuerdo a Summer & Tribe (2008) los Estudios sobre el Desarrollo (ED) deben ser concebidos como un cuerpo de conocimiento orientado a resolver problemas sociales. Bajo esta óptica, la cual es por naturaleza interdisciplinaria, parecería que el aporte de antropólogos, sociólogos, economistas y politólogos es necesario y deseable. No obstante, el éxito en la interacción entre disciplinas – es decir, para evitar las confrontaciones académicas – depende de una filosofía del conocimiento que logre superar el dualismo entre “neo-liberales” y “mochileros”.
De acuerdo a la escuela del Realismo Crítico, la cual nace de los escritos de Roy Bhaskar en los años 70, dicho debate puede resolverse con un enfoque ontológico (es decir, de una definición general de cómo funciona el mundo) alternativo al propuesto por los extremos del positivismo o el relativismo: la existencia de leyes naturales, que son perceptibles y cuantificables, frente a la visión de que toda noción de la realidad es producto de una construcción social. Los realistas críticos sostienen que este es un debate más que todo ideológico (Scott & Usher, 2011) que termina defendiendo una metodología (la econometría vs la investigación participativa) más que la búsqueda de respuestas útiles a realidades sociales concretas.
La ontología del Realismo Crítico reafirma, por ende, la incongruencia de esta dualidad. De un lado, reconoce la existencia de una realidad a pesar de que no podamos experimentarla. Este es claramente un punto intermedio entre el positivismo y su pretensión de conocimiento absoluto, y el relativismo, en tanto reconoce la imposibilidad de generar una gran Teoría General. Dentro de tal lógica, los realistas críticos señalan que el mundo se divide en capas, en donde la interacción entre mecanismos al interior de cada una de ellas produce los eventos que se observan en capas superiores. La dificultad en el estudio de las ciencias sociales, afirman, es la multiplicidad de interacciones que operan por debajo de las experiencias humanas. Con ello abren la posibilidad de identificar relaciones causa-efecto (objetivo del positivismo), pero reconocen la inmensa complejidad detrás de esta tarea (crítica del relativismo).
Todo este marco conceptual revierte en el uso de métodos de investigación. De acuerdo a Wendy Olsen (2010), la ontología del Realismo Crítico coincide con una visión donde las interpretaciones (o construcciones) humanas inciden en la forma en que los individuos interactúan y toman decisiones. Por lo tanto, la estadística por si sola resulta insuficiente para capturar por completo cuales son los mecanismos que generan resultados sociales. Sin embargo la econometría puede ser útil para hacer observaciones empíricas que nos den pistas sobre el tipo de relaciones sociales (basadas en expectativas e interpretaciones) que debemos estudiar para poder proponer teorías explicativas. En consecuencia los métodos cuantitativos y cualitativos se complementan, en tanto pueden aportar información importante para explicar (o darnos una idea de) las diferentes capas de la superestructura a la que llamamos realidad.
A mi modo de ver, la conclusión de esta lectura del Realismo Crítico debe inspirar la noción de un falso dualismo entre las disciplinas sociales. La noción de que cada académico aporta desde su campo una visión importante para resolver un problema social, debe convertirse en una razón para fortalecer el diálogo entre las facultades de humanidades. La ortodoxia y la heterodoxia pueden ser caras de una misma moneda, y en la medida que cada una reconozca que tiene importantes grados de (im)perfección, será posible plantear un diálogo más fructífero en torno al Desarrollo.
Referencias
Olsen, W., 2010. Realist Methodology: A Review. In: In Realist Methodology Volume 1. London: Sage.Scott, D. & Usher, R., 2011. Researching Education. Data, methods and theory in educational enquiry. 2 ed. London - New York: Continuum International Publishing Group .
Summer, A. & Tribe, M., 2008. International Development Studies: Theories and Methods in Research and Practice. Sage ed. Los Angeles, London and New Dehli: s.n.
me gusta compañero!
ResponderEliminartendria que preguntar que si las "respuestas útiles a realidades sociales concretas" dependen de que las metodologias sean participativas, en ese caso deberiamos optar por una aproximacion mas relativistas que positivista.
claro! y pienso, digamos, en respuestas utiles para un proceso de gobernabilidad local. ahi, por ejemplo, me parece idonea la IAP. despues pienso en la politica publica que define el sistema de salud. ahi pienso que una aproximacion cuantitativa es imprescindible (aunque asuntos cualitativos de atencion diferencial son utiles). en ulimas puede que la pregunta sea tambien de escala de gobernanza y gobierno. tal vez serian mas solidos modelos de politica que arranquen con la IAP y logran saltar a una vision cuantitativa para generar marcos mas comprehensivos y aun eficaces.