En
los últimos meses algunos académicos han
planteado una reflexión frente a la enseñanza de la economía en Colombia (ver,
ver
y ver).
Creo que es un debate relevante y oportuno para las llamadas sociedades en
desarrollo, y que por tanto merece una mirada más aguda que la que a diario
proponen los “neo-liberales” o sus detractores. Y claro que es un debate
ideológico y político, como ocurre en casi toda interacción entre seres humanos.
Mi punto es que aun así existen argumentos filosóficos para que los estudiantes
nos quejemos de que se nos está enseñando una verdad (en el mejor de los casos)
a medias.
Todo
inicia con una premisa: la conducta humana es intencionada o, por el contrario,
esta determinada por una estructura. Es decir, los individuos toman decisiones
con base en intuiciones, conocimientos parciales de su entorno, bajo la
influencia de la interacción con otros individuos y en algunos casos para
buscar fines específicos? O, por el contrario, tienden a tomar la mejor
decisión posible, de forma aislada y dadas una serie de restricciones
presupuestales, cognitivas y/o de información? Creo que existen argumentos para
defender cualquiera de estas posturas. Por lo tanto, dicta la lógica, existen
contra argumentos para responder a cada cual.
La corriente económica dominante contemporánea tomó su decisión y se casó con una de estas
opciones. El determinismo económico, del cual son presa tanto marxistas como
ortodoxos, justifica el presumir un individuo racional, una lucha de clases
ineludible o el triunfo/fracaso del libre mercado. La razón de ello, justifica en parte David Warsh (ver), la
tentación sublime del estrellato dentro del mundo de los científicos de “verdad”;
esos que usan modelos económicos sofisticados para predecir que si una persona
tiene hambre va a buscar comida. Y ello solo lo puede ofrecer la
estructuración; si el ser humano reacciona siempre igual al mismo incentivo, es
posible modelar su comportamiento y hacerlo predecible.
La
otra cara de la moneda es estudiar al humano como un individuo que realmente
toma decisiones y que lo hace en constante interacción con otros grupos o
instituciones sociales. Bajo esta lógica es prácticamente imposible anticipar el
comportamiento humano (al menos con tal grado de precisión), pues depende de
muchos factores (e incluso intenciones) que no se pueden aislar. En este caso
el atractivo científico de la economía se convierte en el preguntarse por qué?, más que en asumir un patrón de
comportamiento predeterminado y buscar datos que corroboren empíricamente un
modelo teórico. En este caso las matemáticas son menos útiles, lo cual debe
generar suspicacias frente al porque esta mirada ha sido desechada por la
mayoría de facultades de economía del planeta.
Al final, no diría que la enseñanza de la economía contemporánea es nefasta. En lo personal
tuve excelentes profesores. Pero si es incompleta. Ni siquiera los
economistas del comportamiento han logrado huir del todo de la estructuración
(aunque ahora incluyen variables pro-sociales siguen optimizando). Y no se
trata de desechar ningún enfoque. Lo ideal sería que el estudiante tuviera la
oportunidad de contrastar y asumir una posición propia frente a la premisa de
partida. Pero dado que es apenas entendible que las facultades de economía no
puedan ofrecer un currículo completo frente a la totalidad del espectro
económico, deberían ser al menos honestas frente al producto que ofrecen y
dejar al lado la absurda idea de ser científicos sin juicios morales.